La formación como única solución a la escasez global de técnicos de mantenimiento aeronáutico

La industria aeronáutica global enfrenta una crisis de talento que amenaza su crecimiento futuro y la integridad operativa del sector. A medida que las aerolíneas incorporan más aeronaves para atender la creciente demanda, simplemente no hay suficientes técnicos de mantenimiento calificados para mantenerlas en el aire. No se trata de una proyección a décadas: es una realidad que ya está afectando las operaciones a nivel mundial. ¿La solución? Una inversión masiva y coordinada en formación aeronáutica de calidad y accesible.

Tras años de recuperación pospandemia y con proyecciones de crecimiento sostenido para las próximas dos décadas, los principales actores del sector se enfrentan a un desafío estructural: una escasez crítica de técnicos de mantenimiento de aeronaves. No es una predicción lejana ni un problema localizado, sino un fenómeno global que ya afecta a aerolíneas, MROs (organizaciones de mantenimiento) y fabricantes de aeronaves en todo el mundo.

Según el informe Pilot and Technician Outlook de Boeing publicado en 2023, la industria necesitará más de 690.000 nuevos técnicos de mantenimiento a nivel global para 2042. Solo en América del Norte, la cifra supera los 125.000. En América Latina, se estima una demanda superior a 50.000 nuevos profesionales, y Europa requerirá cerca de 120.000. La dimensión del problema es clara, así como sus causas: una acelerada jubilación de la fuerza laboral, escasa visibilidad de las carreras técnicas entre los jóvenes y una capacidad formativa insuficiente tanto en volumen como en actualización tecnológica.

A este panorama se suma un hecho innegable: la flota mundial de aeronaves seguirá creciendo. Según World Aviation ATO, entre 2021 y 2040, la flota comercial global pasará de 25.900 a más de 47.000 aeronaves. Además, durante ese mismo periodo deberán fabricarse 43.600 nuevas unidades, lo que implica una demanda exponencial de técnicos capacitados para realizar tareas de mantenimiento preventivo, correctivo y operativo en todo el mundo. Aunque este crecimiento es una buena noticia para el comercio, el turismo y la conectividad global, representa una carga operativa significativa si no se cuenta con personal cualificado para garantizar la seguridad y la continuidad del servicio.

Esta situación ya tiene consecuencias visibles. Como destacó recientemente Fox News Radio en su segmento Evening Edition, las aerolíneas estadounidenses están reportando cada vez más dificultades para contratar técnicos certificados, lo que genera retrasos en inspecciones, sobrecarga en los equipos actuales y un impacto directo en la programación de vuelos. Lo mismo ocurre en Europa y América Latina, donde el mercado laboral técnico está saturado y no se gradúan suficientes profesionales cada año para reemplazar la pérdida natural de personal.

Frente a este escenario, la única vía viable es la formación. Y no cualquier formación: debe ser técnica, actualizada, accesible, certificada y alineada con los nuevos contextos operativos. Instituciones como el Aviation Institute of Maintenance (AIM) en Estados Unidos han lanzado programas específicos con becas, alianzas estratégicas y campañas de orientación profesional para captar jóvenes que aún no han definido su futuro académico. Son pasos positivos, pero la brecha entre oferta y demanda exige una respuesta más amplia, multisectorial y estratégica.

La pregunta es evidente: ¿por qué no hay más jóvenes formándose como técnicos aeronáuticos si el empleo está prácticamente garantizado y la carrera tiene proyección global? La respuesta involucra varios factores. En primer lugar, hay un gran desconocimiento sobre la profesión. Son pocos los estudiantes de secundaria o recién graduados que conocen el lado técnico de la aviación, y muchos ni siquiera saben que es posible obtener una licencia como la Parte 66 de EASA o la A&P de FAA. En segundo lugar, persisten prejuicios: el rol del técnico todavía se percibe como puramente manual o de baja cualificación, cuando en realidad exige certificaciones avanzadas y una alta responsabilidad en la seguridad operacional.

El acceso a la formación también representa una barrera clave. En muchos países, estudiar aviación sigue siendo un privilegio para quienes viven cerca de grandes ciudades o aeropuertos, y el coste de una titulación certificada puede ser prohibitivo. Además, no todos los centros de formación están actualizados con los estándares digitales, los cambios normativos y las exigencias reales del sector, lo que genera una desconexión entre lo que se enseña y lo que el mercado realmente necesita.

Lo cierto es que, a pesar de esta escasez, la carrera técnica en mantenimiento aeronáutico es una de las pocas vías educativas con alta empleabilidad directa. Según AviationPros, el salario promedio de un técnico aeronáutico en Estados Unidos supera los 70.000 dólares anuales. Si bien los sueldos varían en Europa y América Latina, la empleabilidad es consistentemente alta, y el perfil técnico ofrece una ventaja competitiva frente a muchas titulaciones universitarias que ya no garantizan empleo ni estabilidad económica.

La oportunidad está sobre la mesa, pero requiere una transformación profunda en cómo se presenta, enseña y facilita el acceso a esta carrera. No se trata solo de formar técnicos: se trata de construir un ecosistema educativo capaz de preparar personas para responder a una demanda global con calidad, seguridad y proyección profesional.

La aviación no puede darse el lujo de detenerse por falta de talento. La respuesta está en las aulas, los simuladores, los hangares… pero sobre todo, en la decisión de invertir en formación. Invertir en formación no es solo preparar a alguien para un trabajo: es garantizar que una aeronave despegue y aterrice con seguridad. Es sostener el corazón de una industria que conecta personas, economías y continentes. Y es también brindar a miles de jóvenes una carrera técnica con propósito, impacto y futuro real.

La escasez de técnicos aeronáuticos ya no es una advertencia: es una realidad que amenaza la operatividad del sector.
La única solución estructural es formar a quienes mantienen el mundo en vuelo. Y esa formación debe comenzar ahora.